martes, 10 de agosto de 2010

La enfermedad como camino


Hay un libro que se llama “La enfermedad como camino”, en el se explica que determinados comportamientos psicológicos y sociales nos llevan a desarrollar determinadas enfermedades y cambiar esas actitudes además de las terapias correspondientes, es lo que lleva a las personas a sanar. Tal como afirma el antiguo dicho "no hay peor enfermo que él que no quiere mejorar".

Todos conocemos personas que han tenido cáncer y la verdad es que los resilientes siempre cambian, ya no son los mismos que eran antes de enfermarse o de cuanto tomaron conciencia de su enfermedad.

Así también quien no cambia, recae.

Claro que es difícil cambiar, estamos tan acostumbrados a ser como somos que aunque sea una existencia que no nos gusta, es más fácil seguir en ella que tomar otro rumbo. La mayoría de la gente se siente perdida en escenarios distintos.

Como ejemplo pa’ que cachen de lo que estoy hablando, les cuento que conozco una persona muy egoísta que no es capaz de dar y cree que todo debe fluir hacia él. Es verdad que es un caso extremo, pero también lo es su enfermedad.

Luego de una repentina crisis cardiaca antes de los 40 años, recibió exceso de sangre en las transfusiones que lo estabilizaron y su corazón se deformó para poder soportarla ahora sus riñones necesitan ayuda para filtrar… y con tanta acumulación comenzó a formar tumores. El no sabe como digerir y ni hacer fluir su energía.

Psicologicamente tiene muchas contradicciones, dice ser muy competitivo, pero sólo busca estar en posiciones donde se sienta superior al resto. Es profundamente clasista, pero no asume el lugar que le corresponde a quien ve la sociedad de esa manera. El siempre cree merecer más y así como mira con desprecio a quienes tienen menos que él, siente injusto que otros tengan más.

Habla de sí mismo como si fuera alguien especial con muchos logros en distintos planos, sin embargo nunca da pruebas de ello. Desgastando sus pocas fuerzas en mantener esa imagen.

Eligió el rol de seguir tragando y la energía que le llega se estanca en su cuerpo que ya no resiste mas materia -que es la forma que él prefiere ver la energía- ya que así cree controlarla.

Y llegó el momento en que estuvo tan grave que se vio necesitado de otros. Pero cuando superó el estado crítico, gracias a esos otros, volvió a ser el mismo. Quiere olvidar ese episodio de su vida, no acepta las emociones que llegó a sentir, pues le parecen síntoma de debilidad.

Reniega de su pasado, así como muchos reniegan de su origen humilde. Niega haber estado gravemente enfermo y que lo sigue estando aprovechando que ya ahora no es tan notorio. No agradece lo que se le brindó, porque lo cree totalmente merecido.

El eligió llevar una carga muy pesada –que físicamente además de su deterioro orgánico ya se expresa en una cifosis (jiba) impropia para alguien de su edad-. Ojalá vea pronto que hay otras alternativas, que es factible evolucionar.

Así le está siendo muy difícil mantenerse a flote y navegar por las aguas de la vida.



Si les interesa el tema:
“La enfermedad como camino”
T. Dethlefsen & R. Dahlke

lunes, 2 de agosto de 2010

Acerca del prejuicio


Doy gracias a quienes me prejuzgaron…
pues me permitieron reconocer
que el prejuicio aún existía en mi
y así dejarlo atrás,
para caminar limpia de el
rumbo a nuevos proyectos
que nacerán desde una energía más pura.

Me creía tolerante...
admito que he sido
una intolerante a la intolerancia.
Que fuerte!

Desde el ego se confunden la intuición
con el prejuicio,
primando siempre este último.

Libre de él todo se ve claro,
no hay nada que perdonar…
porque eso ya no existe,
ha sido trascendido,
transmutado.
He entendido lo que significa
la expiación.