jueves, 27 de mayo de 2010

Mis cambios de rumbo


Aunque lo más importante acontecido en mi vida últimamente ha sido rendir ante el Ministerio de Salud el examen de acreditación como acupunturista, este post no versará de ello. Simplemente porque aún no están los resultados del mismo y aunque confío en que lo aprobé, no quiero adelantarme. Ya saben que mi autoestima fue construida a pulso y que es muy frágil, así que prefiero cuidarla y contarlo cuanto tenga la nota.

Por ello es que prefiero compartir algo de lo que me di cuenta ese día… de un rasgo de mi personalidad. Si bien el blog es personal y cuento mis cosas, hasta ahora nunca había escrito una entrada autorreferente pero bueno, también se puede no?

Resulta que ese día con mis amigas-colegas llegamos temprano, pero como nos quedamos conversando en el hall de la facultad, cuando entramos al auditórium ya quedaban muy pocos asientos disponibles. Ellas se acomodaron y solo quedó libre un asiento en la primera fila y justo en la esquina. No me quise sentar ahí, preferí subir a la galucha y hacer la prueba teórica más sola que naufrago y en penumbras.

Obvio que no haber tenido opción me hubiera sentado igual en el asiento en cuestión, pero el hecho es que siempre que se abre una opción frente a algo que no me acomoda, la tomo en cuenta y en casos simples como este sin más, la tomo.

Ya sé que para cualquiera este es un asunto intrascendente, pero si a mí no me gusta algo lo digo y busco otra opción aunque en el momento no existan mejores a la vista. Lo diferente fue que esta vez fui tan consciente de ello que casi me vi desde afuera y caché que reacciono así en casi todos los planos y que es en gran medida este rasgo el que ha hecho que mi vida sea la que sea.

Este rasgo puede llegar a ser un defecto, en caso de hacerte abortar todos tus proyectos, pero en mi no llega a esos extremos, porque en los años ya vividos si he logrado concretar cosas que requieren de paciencia y dedicación, como sacar dos carreras, hacer un magister, mantener una relación de pareja, además de cultivar las amistades en el tiempo.

También sería negativo en caso de ir acompañado de una emoción negativa como la rabia, ya que la decisión de cambiar de rumbo ha de ser exploratoria y por ello libre. Cuando estoy frente a algo que no me gusta pienso de manera automática que es probable que exista algo mejor en otra parte y me pongo de inmediato a buscarlo aunque sé que puede que me demore un tiempo en encontrarlo…

A veces incluso no es necesario que algo no me guste para que decida cambiar de rumbo… a veces simplemente me aburro. Por ejemplo, durante un tiempo hice fotografía artística en blanco y negro… tenía hasta mi cuarto oscuro con ampliadora, pero dejó de motivarme y ahí quedó, como lindo recuerdo al lado de mi colección de servilletas, mis ex pololos y mi carrera de periodista.

Reconozco en mi este rasgo, según se mire puede ser virtud o defecto, no quiero juzgar, pero eso es lo que me hace ser itinerante, intensa, crítica y aventurera, estudiante eterna, buscadora incansable y viajera permanente. Lo que se traduce en experiencia… que es lo único que vale la pena, ya que como dijo Lavoisier “nada se pierde, todo se transforma”… sino pregúntenle a Jorge Drexler ;)

3 comentarios:

El Oscar dijo...

Interesante reflexion,todos somos una mezcla de tantas cosas,lo imporante es buscar la trascendencia en lo que hacemos,no ser un numero mas de habitante.No existen ni las virtudes y defectos,simplemente SOMOS y punto.

Claudia Corazón Feliz dijo...

Tan redura contigo misma, ¿no?

¿Qué sería de ti si no tuvieras la suerte de cambiar de rumbo y tener más y más experiencia? ¿Una mamá amargada?

Y si viajai, sube fotos poh!!!!

Mary Rogers dijo...

Permitirse cambiar y crecer es parte de VIVIR...
abrazos y felicitaciones